miércoles, 3 de noviembre de 2010

revista Gleria, 14 de octubre de 2010

el observador, martes 5 de octubre de 2010

El Observador adelanta los ganadores del Concurso Nacional de Artes Visuales, de Zonamerica: Martin Verges y Manuel Rodriguez

…el ganador del Gran Premio de Pintura ha sido Martin Verges, mientras que el ganador del Premio Artista Joven ha sido Manuel Rodriguez.
Consultado por El Observador, Alfredo Torres, orientador curatorial del concurso e integrante del jurado, que también estuvo compuesto por Patricia Bentancour y por Alicia Haber explico que un total de 186 artistas presentaron carpetas y aclaro que hoy la gente podrá disfrutar obras que se expondrán en Zonamerica hasta finales de octubre y que pertenecen a los 28 admitidos,…
“como en todo jurado, hubo discusiones y algunos premios se dieron por mayoría y otros por unanimidad” pero consultado sobre los dos ganadores, opino: “Ambas obras son sumamente valiosas, y pienso que hay otras que lo son igualmente, pero en estos casos, sobre todo en el del premio joven, no había otra posibilidad”
Haber insistió en hablar de que esa vuelta de tuerca de Verges ya es una realidad “decididamente favorable”, y por otro lado, elogio las intituladas camas vacías con que Rodríguez ahora se destaco tanto como cuando las expuso recientemente en el Centro Cultural de España, refiriéndose a la sensibilidad del maragato nacido en 1980 -¡qué departamento históricamente prolifero!-, quien es capaz de darle a esas camas sugestivas, y con notable técnica, “connotaciones bien interesantes, superando el hiperrealismo y utilizando el blanco tiza y los fondos dorados con sabanas humanizadas que sugieren ausencia”.
…Manuel Rodríguez es, junto a Santiago Paulos el pintor de mayor proyección del país.

Home Parade: Manuel Rodríguez, August 23, 2010/ blogcouture.info



Manuel Rodríguez es: artista plástico, sensibilidad divina, captura la intimidad dejándola suspendida en el tiempo. Cada vez que uno se enfrenta a un cuadro de él, dan ganas de zambullirse dentro. Sencillo, aunque muy lindo.
¿Cuándo vendiste tu primer cuadro?
Fue hace unos años, no me acuerdo exactamente cuántos, cuatro o cinco. Me habían encargado un retrato, una pareja, y como eran amigos míos les hice un precio muy bajo. Cuando lo terminé cayeron en el taller unos gringos que venían con una galerista de Los Ángeles y se lo terminé vendiendo a los gringos, así que tuve que hacerlo dos veces, y mis amigos se quedaron con la segunda versión.


¿Qué fue lo más gracioso que te pasó?
Ni idea.
¿Qué es el arte para vos?
Mmm… ¡Me habías dicho que no ibas a hacer preguntas difíciles! A ver… A veces me parece que el arte es un grupito de gente dentro de una sociedad que se manejan con sus propios códigos, o reglas, algo así como que: “el arte es lo que la institución ‘arte’ decide que es arte”. Entonces nuestro trabajo termina siendo tratar de entender que es lo que están haciendo esas personas para hacer algo distinto, o “nuevo”, pero no sé, la verdad es que eso a mí no me convence, ni me seduce ni me motiva a seguir trabajando, prefiero creer que hay algo mas detrás de todo eso, como la búsqueda de algo sublime, o algo inalcanzable, como un misterio, una pregunta. Creo en el arte como algo capaz de generar afectos, emociones y cuestionamientos más allá de la propia institución.



La cama… Para mí es algo más que una obsesión, estoy convencido de que es uno de los lugares donde se da la más auténtica comunicación entre las personas, un lugar de verdadera sociabilización, un espacio íntimo y privado: refugio y seguridad. Creo que en la cama es donde la gente es ella misma, donde se despojan de todo simulacro, y dejan aflorar las grandes preguntas, como en el aforismo del templo de Apolo, en Delfos. Aprovecho para contarte que estoy haciendo un casting-sábana online, donde pueden participar personas de todo el mundo enviando fotos de sus camas a: castingsabana@gmail.com o enviarlas directamente al grupo castingsabana de Facebook donde están publicadas todas las fotos de las camas.
¿La mejor ciudad que hayas visitado?
No he viajado mucho, aunque he podido visitar ciudades muy lindas como París, New York o Rio de Janeiro. Pero desde que no vivo más en San José, pasó a ser uno de los lugares que más me gusta visitar.



El dinero… No me he esforzado mucho por ganarlo y se me hace muy fácil gastarlo: como viene, se va. Soy de esas personas que no saca la cuenta cuando le dan un cambio, ni pienso en el dinero como algo primordial en mi vida, pero sí como un problema mundial, que a la larga nos afecta a todos. Justo ayer estaba viendo el programa de Nelson Castro, “El juego limpio”, y uno de sus invitados (un cura) decía que el principal problema de la distribución de la riqueza es que no existen leyes que contemplen este problema; justamente porque quienes redactan las leyes son los ricos que piensan seguir acumulando riqueza. Vivimos en un mundo bastante injusto, donde todos sueñan con ser ricos, donde los delitos de los de abajo son severamente castigados mientras quienes cometen grandes estafas y desfalcos multimillonarios son fácilmente excarcelables.


¿Qué es lo más lindo que hayas visto?
Los ángeles del díptico de Wilton y el culito de mi novio.
¿Un recuerdo memorable?
Ya llevo dos días pensando en esta pregunta y no se me ocurre nada. Tengo pocos recuerdos y muy confusos: una imagen mía de niño andando en mi triciclo por la vereda de la casa de la Floresta, o la choza que construimos con mis hermanos en el monte de casa… ¿Por qué me hiciste tantas preguntas que tienen que ver con la memoria y los recuerdos? Mis cuadros son recuerdos memorables, son instantes de mi vida, no son muy anecdóticos: Gonzalo tirado en la cama leyendo un libro, o mirando la nada, fumando un cigarro, pero todos son un instante que yo hago memorable, y que archivo al escribir las fechas y lugares de la foto.


¿Cuáles son los tres elementos favoritos de tu casa?
El macetero-elefante que parece una cunita de bebé.
Las ventanas que dan al patio interior del edificio.
El “latón” verde flúo que uso para colgar la ropa.
¿El orden o el desorden?
El desorden, ¡pero el mío! A veces mi casa parece un quilombo, igual entre todo esos desastres yo sé cómo encontrar lo que necesito.


¿Montevideo para vos?
Venirme a vivir a Montevideo significaba irme de la casa de mis padres, en cierta forma comenzar a independizarme, poder estudiar arte que fue lo que siempre quise hacer. Aparte me gusta la ciudad, me parece muy linda, aunque un poco descuidada, y sucia.


Entrevista y estilismo: Jessie Young
Fotografía: Julia Saldain

viernes, 7 de mayo de 2010

Alfredo Torres, Brecha/1272,pag.29, 9 de abril de 2010.


Intimidad ensimismada
La serie de pinturas, dibujos, creaciones que conjugan ambos lenguajes, más dos o tres objetos, recibe el nombre común de “Hablo solo”. Una palabra poco usada define ese hablar solo: soliloquio. Es decir, un acto reflexivo en voz alta y a solas.
La implicancia de un monólogo sin escuchas parece claramente alusiva al singular paisajismo que ofrecen las imágenes, a la liturgia que las envuelve, a la disección cautelosa y distanciada de un espacio donde prospera la intimidad. Más allá de ese travelling secuencial ensimismado, surgen reflejos emocionales en quien contempla, en quien transita paisajes devenidos reconocibles, en quien los traslada a la historia propia. Ensimismamiento que instaura una curiosa representación narcisista, una meditación autoamorosa que no genera agonías y elige nutrirse en las coordenadas del paisaje recreado. Por cierto, un paisaje ajeno a las convenciones de dicho género, a los despliegues de la naturaleza. El paisaje es la cama. Los accidentes de su geografía, sus utensilios. Escenario y utilería que remiten a un ámbito privado, sustraído al dominio colectivo. Un lugar donde, pese a la presencia ocasional o asidua de otros actores, se vive un recurrente soliloquio. En él se padece o se goza, se vive o se muere, se duerme en calma o se sufren las contorsiones de malos sueños y desvelos.
Manuel Rodríguez muestra ese espacio de intimidad con un enfoque sorprendente, distante de obviedades y facilidades. Con una precisión narrativa que puede parecer desprovista de afecto pero no lo es, que puede parecer desolada pero tampoco lo es. Según afirma Alicia Haber en un muy buen texto curatorial, uno de los mejores que este cronista le ha leído, sábanas, frazadas, almohadas y otros objetos: “tienen importantes huellas, marcas, indicios, quiebres, plegados, zonas transitadas y depresiones. Son indicadores de vestigios de cuerpos, de juegos de presencias y ausencias y de acontecimientos. Contienen una historia, una evocación y un recuerdo aludido”.
Esas huellas, esos signos, se ofrecen con una visualidad prudentemente barroca, una sensualidad formal sorprendente, una austera exuberancia en la casi orográfica conformación de cada escenografía vital. Los títulos de esas escenografías no aportan demasiados datos, sólo sirven de referencia a quien los ha vivido, a quien ha decidido constituir un monologar solitario. Fijan, como una especie de archivo preservador de memoria. Marcan, a veces lugares, casi siempre fechas y horas. Ciertos trabajos aparecen sin título o se agrupan bajo la muy alusiva categoría de postales. Y se ofrecen, sobre todo, con una notable capacidad de relato. No se trata sólo de destreza técnica, de un destacable manejo de la pintura o el dibujo. Se trata de cómo la destreza y el manejo técnico convergen hacia una espléndida atmósfera alusiva. En ocasiones, mediante escenificaciones voluptuosas, en otras, con un tenue, perturbador desasosiego. Siempre con una sinceridad conmovedora. Ajenos a efectismos y grandilocuencias, aunque dentro de un registro de cautelosas aproximaciones operísticas, surgen los escenarios de una intimidad diseccionada sin prolijidad científica, con una revisión hermosamente vivencial. Dos ejemplos diferentes pero conjugados: una montaña blanca de sábanas y almohadas sobre fondo ásperamente dorado, y las almohadas y acolchados que se superponen revelando inesperados objetos. La serie de postales abriendo pequeñas ventanas a un territorio poético, tibiamente deshabitado, tormentoso y con la espesa densidad del placer entendido como combate. El único reparo: la presencia de almohadas tridimensionales e inertes, demasiado estatuarias. Ajenas a las espesuras tormentosas y apacibles de una vigorosa paisajística. n
Alfredo Torres, Brecha/1272,pag.29, 9 de abril de 2010.

Nelson Di Maggio, La Republica, Lunes, 22 de marzo, 2010 - AÑO 11 - Nro.3573

Manuel Rodríguez. Pintura en el Centro Cultural de España.
El tema no es novedoso. La cama, la intimidad del lecho, sábanas y almohadas, las huellas de las personas que durmieron o las utilizaron, la presencia de una ausencia, han sido abordados por grandes figuras internacionales de ayer y de hoy con alardes imaginativos memorables (David Hockney, para citar sólo uno) y también nacionales (Linda Kohen, con delicadeza poética y sensualidad, Miguel Rodríguez, hace veinte años en la Alianza Francesa, si la memoria no falla).
El maragato Manuel Rodríguez, treintañero, pinta, dibuja y elabora objetos de resina y fibra de vidrio y los exhibe en el Centro Cultural de España. Dos cuadros grandes (el rojo, muy convincente), dos medianos y varios pequeños (cercanos al boceto) dan cuenta de su talento cierto, de su dominio técnico (es licenciado en artes plásticas y visuales), de su realismo trascendido, a partir de la fotografía, por la capacidad de invención en el plano de la tela o el papel. Una muestra honesta, delicadamente confesional y hasta cierto punto modesta para la importante sala, de un artista cuyos futuros pasos habrá que seguir con atención

Pedro Da Cruz, EL PAIS, 28 de marzo de 2010


Una valiosa reivindicación de la pintura entre colchas y sábanas
Interiores. Manuel Rodríguez vincula su mundo privado con el exterior

PEDRO DA CRUZ
En el Centro Cultural de España (Rincón 629) se puede ver una serie de pinturas, dibujos y objetos de Manuel Rodríguez que aúnan gran virtuosismo técnico con una reflexión sobre la relación del paisaje exterior con el mundo privado del artista.
El título de la muestra, "Hablo solo", fue elegido a partir del hecho de que el artista siente que puede dialogar con su obra, pero no con su público. Incluso no pretende establecer un diálogo, sino que aspira a que los espectadores se sientan solos cuando estén frente a la obra.
La serie expuesta es titulada "Paisajes", pero quien penetra en la sala del subsuelo del CCE no se enfrenta a imágenes de la naturaleza, sino que se encuentra rodeado por una veintena de pinturas sobre tela y papel cuyo tema son camas vacías, con sábanas y almohadas desordenadas, o con un orden propio, con excepción de una pintura de pequeño formato en la que un hombre joven lee acostado. La mirada dirigida a interiores de distintas habitaciones, las que en algunos casos no son totalmente perceptibles debido a la cercanía del motivo central, proviene de imágenes obtenidas con una cámara digital a partir de las que el artista compone sus pinturas. Según el artista, una cámara está permanentemente montada en su dormitorio, a la espera de captar nuevos motivos.
En la muestra se suceden obras cuyo motivo principal son los pliegues y arrugas de las sábanas, exclusivamente blancas o de colores, así como las de las colchas y almohadas, todo modelado por el efecto de la luz. En algunos casos el motivo es mostrado muy de cerca, prácticamente solo son visibles las almohadas, sábanas y colchas. De ese tipo son 29/1/2008, 00:32 AM y Montevideo, 17 de octubre de 2009, con una paleta conformada exclusivamente por blanco, celeste y rojo.
En otras obras los motivos se ven a mayor distancia, e incluyen algunos objetos pertenecientes a la esfera íntima del artista y su pareja: un libro, una toalla, un tubo de pomada, ropa interior. Es el caso de Sin título, díptico realizado a lápiz sobre papel (con imprimatura de yeso para dar más cuerpo al trazo), en el que se ven dos camas que convergen en diagonal, y objetos en el suelo junto a las cabeceras.
DERROTEROS. Manuel Rodríguez nació en San José de Mayo en 1980. En 1998 se radicó en Montevideo, donde estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes, y luego se integró a la Fundación de Arte Contemporáneo. En 2008 fue seleccionado por realizar una residencia de artista en Zurich (Suiza), y fue premiado en el 53º Salón Nacional de Artes Visuales.
En un texto del catálogo de la muestra (con curaduría de Alicia Haber) el artista reflexiona sobre varios aspectos de la práctica de la pintura, y particularmente sobre la elección de sus motivos. Durante un par de años ha estado creando con el mismo planteo como premisa, una metodología de trabajo sobre la que escribió: "Vengo trabajando con mis espacios íntimos, imágenes con una intención más definida: buscar la amplitud y la monumentalidad, los espacios abiertos, como si se tratara de land-art. Zurich, 9/5/2008, 09:39 AM es el momento y el lugar donde tomé la fotografía, que luego utilizo como modelo. Estas coordenadas forman parte de un proceso, de mi estancia en Suiza; le dan un contexto a la obra y la proyectan hacia fuera, hacia las montañas."
La relación de los interiores con el paisaje exterior es especialmente notable en las obras de mayor formato que integran la muestra. Zurich, 9/5/2008, 09:51 AM, (206 x 150 cm.) realizada con lápiz y dorado a la hoja sobre papel, tiene como único motivo una sábana blanca recortada sobre un fondo dorado. No sólo el arreglo formal, como una montaña filosa que se eleva, sino también el tratamiento de la superficie que recuerda nieve, son referencias directas al paisaje alpino. También es posible asociar el motivo, gracias a la profusión de pliegues y el dominio del fondo dorado, con obras medievales y del Renacimiento temprano.
En la otra obra de gran formato, Sin título (150 x 200 cm), toda la superficie está ocupada por la imagen de una colcha o frazada roja, sin referencias a ningún otro elemento. El motivo son los pliegues y las sombras que éstos arrojan. El espacio de una cama que también puede ser visto como la superficie de un inmenso mar al atardecer.

Beto Olalde, AYD edicion#205, Marzo 2010, Uruguay








Manuel Rodríguez
Montevideo, 10-02-10, 05:35 PM
La obra de Manuel Rodríguez tiene por momentos la espontánea crudeza de las polaroid. No elige el momento trascendente y la composición tradicional, sino que parece querer fijar eternamente gestos y objetos cotidianos, en apariencia banales, pero lleva a reflexión sobre el vínculo entre lo público y lo privado y posee una gran fuerza poética que se nutre mayormente de la soledad compartida y del diálogo con la propia intimidad.
“Hablo solo”, la cuarta muestra individual de Manuel Rodríguez, se inaugura con curaduría de la profesora Alicia Haber el próximo 16 de marzo en el Centro Cultural de España de Montevideo y permanecerá abierta durante un mes. Una de las lecturas posibles de este título es que MR niega la posibilidad de diálogo con el público, lo deja escuchar lo que se dice a sí mismo, lo deja echar un vistazo a la intimidad de su cuarto, sin creer que su pintura de los objetos cotidianos y de las huellas que deja su lento evolucionar por ese espacio revele con claridad lo que está mostrando, lo que ese mundo significa en realidad para él.
La formación de MR comienza en San José, donde nació en 1980, en el taller de Mª de los Angeles Martínez. Aunque le hubiese gustado estudiar cinematografía, el costo de la matrícula lo desvió hacia Bellas Artes, donde cursó el taller de Héctor Laborde y se recibió de licenciado en artes plásticas y visuales. En 2005 se integra a la Fundación de Arte Contemporáneo, que le aporta un sentido crítico y una base conceptual, sobre todo a través del cuestionamiento permanente de las elecciones que realiza como artista, a la técnica que venía desarrollando con una destreza y un refinamiento cada vez mayores. Algunos de sus cuadros representan situaciones cotidianas en las que él o sus amigos más cercanos descansan en posiciones indolentes o llevan a cabo una acción común e introspectiva como fumar o leer. Revelan una mirada pop de la realidad, con encuadres emparentados con la fotografía o el cine, a veces con el día y la hora pintados con caligrafía digital en el ángulo de la escena. Esa misma actitud pop trasciende el cuadro y contamina el contexto de la obra: en su primera muestra individual en la escuela Nacional de Bellas Artes, en 2004, el catálogo era un globo rojo, inflado y con toda la información impresa, y en su siguiente muestra, en la colección Engelman-Ost, las pequeñas escenas hiper-realistas que exponía fueron reproducidas en postales que parecían querer confirmar su origen fotográfico y que fueron distribuidas masivamente a los visitantes. “En mi dormitorio tengo siempre una cámara sobre el trípode. Voy acumulando muchas imágenes, saco fotos, me las sacan a mí o la dejo programada para que se saquen solas, esa espontaneidad es la que me interesa” – dice Manuel en el catálogo de su muestra individual en el Museo de Bellas Artes de San José, en 2008. Y agrega: “Instantáneas que transgreden mi privacidad trasladándola a la esfera pública, con la intención de 'no decir nada', un discurso que busca el silencio, y que esconde una gran carga personal, como si fuera un diario de artista. Una obra autorreferencial con detalles e historias íntimas, momentos que ingenuamente introduzco en una senda que no sé a dónde conduce.”
Pero podría decirse, más allá de todas las reflexiones que genera, que la intimidad lo provee de una excusa para tratar el tema de fondo: la pintura. En sus cuadros Manuel realiza estudios de color y mezclas de técnicas que resultan de una meditada experimentación, al tiempo que “cita” de forma sutil composiciones y texturas de obras clásicas y contemporáneas, o emplea concienzudamente el dorado a la hoja como fondo, a la manera de los artistas pre-renacentistas. En el catálogo de la muestra individual en la Colección Engelman-Ost en 2007, Fernando López Lage decía: “La pintura es el medio que describe las situaciones, pero a la vez plantea desde la autonomía de la mancha y el color, un camino independiente que es el de la pintura misma, y que va más allá del parecido de los personajes con su realidad. Manuel trabaja desde esta premisa; la mancha de la pintura es un elemento fundamental, en algunos casos la protagonista absoluta, porque desde ella surgen las líneas de fuerza que definen la acción en la pintura”. Y como prueba de su pasión y de la dimensión histórica que entra en juego en su obra, dice Manuel: “Una vez que elegí la foto, comienzo a pintar. Entonces otro discurso más fuerte lo avasalla todo. Es el discurso de la pintura misma, con una historia que comenzó hace siglos y que tiene un único objetivo: una herramienta, un camino para responder a las grandes preguntas del mundo aún sin descifrar, aún sin leer por completo”1.
Gracias al “Artist residency program by d”, durante 2008 Manuel realizó una residencia artística de cinco meses en Zurich, Suiza. La experimentación que llevó a cabo tanto a nivel temático como técnico, desembocó en la serie que él denomina “paisajes” y que expondrá este mes en el Centro Cultural de España de Montevideo. Zurich, 9/5/2008, 09:39 AM es el nombre de uno de los cuadros creados durante su estadía en Suiza, con el que obtuvo el tercer premio del último Salón Nacional de Artes Visuales. El título indica el lugar, el día y la hora de la instantánea que sirve de base a la pintura. En él ya no hay presencias humanas, sino que a través de la representación de un lecho vacío en el que la mirada se desliza por los picos, hondonadas, pendientes y valles formados por las sábanas en desorden, la presencia humana y las maniobras del cuerpo que reposa están sugeridas pero mantienen, a pesar de su ausencia, un protagonismo evidente. Además, el juego de las escalas, que Manuel venía desarrollando desde antes al representar escenas de su vida privada en pequeños cuadritos que reforzaban su atmósfera de “historias mínimas”, sufre una transformación y se convierte en un juego donde el exterior invade el interior y se instala en el terreno de mayor privacidad: la cama. Su propia cama, donde persisten las huellas de la agitación nocturna, la de su propio cuerpo o la de otro, se deja recorrer por el espectador como un paisaje de montañas, el paisaje que rodea monumentalmente su pequeño mundo privado. Este juego de contrastes interior – exterior, íntimo – monumental es el motor que genera una buena parte de la serie “paisajes”. Pero la serie evoluciona y nos presenta una fascinante experimentación a nivel de color, en cuadros donde la paleta pasa del magenta y el naranja flúo al negro puro, creando un paisaje de sábanas encendidas como la lava. O son multicolores, componiendo escenas donde algunos elementos denotan la íntima relación entre reposo y trabajo, entre descanso y creación. Y también esconden detalles interesantes a nivel pictórico, mezclando el clima cinéma vérité con elementos totalmente ficticios como un fondo ausente o un color plano que asoma detrás de una textura hiper - realista. En el texto curatorial, Alicia Haber dice: “El paisaje de atrás es una ficción más de la pintura de Manuel Rodríguez; la realidad del arte – transmite el artista varias veces a través de su obra – no es la realidad de la naturaleza; la realidad del arte es creada por el pintor, es parte del discurso pictórico”.
En estos paisajes, las luces y las sombras y el efecto volumétrico están creados con tal habilidad, que el pasaje de la obra de MR a la tridimensionalidad parece natural. En su próxima muestra también veremos entonces “pinturas tridimensionales” de almohadas, realizadas a partir de la almohada real, flotando en el aire o semi-hundidas en un bloque blanco que parece líquido, como si emergieran del sueño o se sumergieran lentamente en una blanca inconsciencia.



Beto Olalde, AYD #205,Marzo 2010, Montevideo.

epa - european pressphoto agency: La muestra de un pintor uruguayo cuestiona los límites entre lo público y lo privado

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